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La guerra y la paz

  • Foto del escritor: Rodolfo Terragno
    Rodolfo Terragno
  • 18 sept
  • 4 Min. de lectura
  • Hamas es una organización criminal e Israel tiene motivos para querer destruirla. Pero después de dos años, no lo ha logrado.

  • En vez de usar al Mossad para una operación quirúrgica (como en Irán) optó por la acción directa, que ya se ha cobrado al menos 64.000 vidas y genera acusaciones de genocidio.




Irán es considerado una superpotencia energética: en el ranking mundial de países con más petróleo es tercero; en el de gas, segundo. Su superficie es igual a la suma de Francia, España, Alemania, Portugal y Suiza. Su población roza los 100 millones. Sus fuerzas armadas están entre las más poderosas del mundo, con 610.000 efectivos en actividad y 350.000 en reserva. Y ha llevado un programa nuclear con instalaciones para procesar y enriquecer uranio.


Gaza es una estrecha franja de 41 kilómetros de largo, con dos millones de habitantes, y donde sólo se produce trigo, cítricos y aceitunas. Una operación militar en Gaza, cabría suponer, es más fácil que atacar a Irán. Pero hoy hace 688 días que Israel penetró en Gaza y todavía no ha alcanzado sus objetivos.


En cambio, el pasado junio, le bastaron 12 días para causarle a Irán una catástrofe:


Altos mandos. Israel mató, por separado, a los siguientes jerarcas: Jefe del Estado Mayor / Comandante en Jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica /Comandante de la Central de Coordinación militar / Comandante de la Central de Inteligencia / Comandante en Jefe de la Fuerza Aeroespacial / Comandante de la Unidad de Drones.


Científicos. También mató, por separado, a once prominentes científicos con responsabilidad en el programa nuclear iraní.


Instalaciones militares. Atacó el Centro de inteligencia /13 bases de lanzamiento de misiles / 3 unidades logísticas / 1 Refinería de petróleo / 1 yacimiento de gas.


Israel tenía identificado cada objetivo. Eso le requirió sin duda un intenso trabajo de inteligencia satelital, aérea y en el terreno.


No sucedió lo mismo en Gaza.


La incalificable acción terrorista que Hamas llevó a cabo el 7 de octubre de 2023 en territorio israelí. —donde dejó 1.159 muertos y de donde se llevó 251 rehenes— provocó que, veinte días después, el ejercito israelí entrara en Gaza a rescatar a los rehenes y destruir a Hamas. Todavía no ha ubicado a los rehenes. 148 fueron liberados por Hamas a cambio de una tregua y libertad de cientos de palestinos presos en Israel. En cuanto a la organización terrorista, la ha diezmado pero está lejos de destruirla


Familiares de los rehenes sobrevivientes organizan periódicamente manifestaciones en Tel Aviv, reclamando que el primer ministro Benjamín Netanyahu —artífice de la operación en Gaza— acepte un alto el fuego y obtenga la libertad de esos rehenes. Los más pesimistas creen que Netanyahu no quiere rescatar a esos rehenes ni destruir a Hamas, sino vaciar la Franja de palestinos y anexarla.


En estos casi dos años, ha habido en Gaza al menos 66.000 muertos (sin contar los que estén sepultados bajo los escombros de decenas de edificios totalmente destruidos). Entre los 66.000 hay 1.600 trabajadores sanitarios, 310 miembros de las Naciones Unidas, y más de 250 periodistas.


Netanyahu alega que, como Hamas está infiltrada entre los civiles, es inevitable que haya víctimas colaterales. Pero los noticieros internacionales muestran, día a día, ataques directos a civiles, desplazamientos e inanición forzada. Un comité de las Naciones Unidas ha declarado que la acción israelita en Gaza “es consistente con las características de un genocidio”,


Según Netanyahu, quienes repiten esa calificación trasuntan antisemitismo y apoyo a Hamas. No lo ayudan declaraciones de jerarcas extremistas, políticos y religiosos y políticos, que expresan sus propias aspiraciones:


El ministro de Finanzas dijo que dejar morir de hambre a los dos millones de palestinos en Gaza sería “justificado y moral”.


El ex diputado Moshe Feiglin pidió la ocupación completa de la Franja de Gaza, argumentando que “cada niño, cada bebé en Gaza es un enemigo”.


El rabino Meir Eliyahu sostuvo: “No se debe tener piedad con los niños de Gaza; hay medidas que no queda otra que usarlas. Así lo quiso Dios. Si el Creador nos bendice diciendo que hay que borrar la semilla de Amalek, hay que aniquilar desde el bebé al niño. Es una guerra total”.


Sería mejor que Netanyahu escuchara a Avraham Burg, ex presidente del Parlamento israelí y ex presidente ejecutivo de la Organización Sionista Mundial, que ha firmado —con otras 30 prestigiosas personalidades judías— la siguiente carta pública: “Nosotros, israelíes comprometidos con un futuro pacífico para nuestro país y nuestros vecinos palestinos, escribimos esto con profunda vergüenza, rabia y agonía. Nuestro país está matando de hambre a la población de Gaza y considerando la expulsión de millones de palestinos de la Franja. La comunidad internacional debe imponer sanciones drásticas a Israel hasta que ponga fin a esta brutal campaña e implemente un alto el fuego permanente.”


Israel no debería ser forzada a la paz por la comunidad internacional. Es una necesidad de ella misma. La Israel de Netanyahu puede ganar esta guerra unilateral, pero no ganará la seguridad para el pueblo israelí, y perderá el respeto internacional. Sudáfrica ya la acusó de genocidio ante la Corte Internacional de Justicia.



Y la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto de Netanyahu por “crímenes contra la humanidad”. El Parlamento Europeo, invocando la “catástrofe humanitaria” de Gaza, ha sancionado esta semana una resolución destinada a suspender el acuerdo comercial con Israel y bloquearle todas las transferencias de armas.


Tendremos que esperar a la Israel post-Netanyahu, y a los Estados Unidos post-Trump (principal sostén de la operación en Gaza) para ver posibles estrategias dirigidas a lograr, al mismo tiempo, la seguridad de Israel y la paz en la región.


Rodolfo Terragno es político, escritor y periodista.

 
 
 

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