No son sólo los ganaderos. No son sólo los ecologistas. Es la oposición. Son muchos diputados del oficialismo. Son los medios. Es la mayor parte de la opinión pública. Casi toda Francia está alterada. Cree que el acuerdo con el Mercosur dañará su economía y la seguridad alimentaria.
Le Monde es un diario de centroizquierda. Le Fígaro es de centroderecha. Pero ambos han reflejado el “incendio” provocado por el acuerdo. Le dedicaron al tema, durante días, los principales titulares de primera página.
Algunos de ellos: “La UE y el Mercosur firman un acuerdo controvertido”(Le Monde, 30 de junio) “Disparos de artillería contra el acuerdo comercial” (Le Fígaro, de julio) “Motivos por los que el acuerdo con Mercosur es tan cuestionado” (Le Monde, 5 de julio).
Debajo de este último título, el diario dice que “rara vez un acuerdo ha suscitado tal oposición”, y agrega que el firmado con el Mercosur es “vivamente criticado, aun dentro de la mayoría” parlamentaria.
En páginas interiores, una columnista procura explicar el “por qué” de la controversia. Sostiene que, como resultado del acuerdo, “el mercado europeo va a abrirse a decenas de millares de toneladas de carne, pollos, miel de caña y arroz”, provenientes de América del Sur.
El primer oficialista en hacer sonar la alarma fue el diputado Jean-Baptiste Moreau, de La República en marcha, el partido del presidente Emmanuel Macron. En un programa del canal RTL afirmó : “No estoy de acuerdo con el Presidente de la República. Este es un mal acuerdo”.
Mucho más importante fue la declaración, ante la Asamblea Nacional, del Ministro de Agricultura: “Francia no aprobará el acuerdo Unión-Europea-Mercosur a ningún precio. Yo no estoy de acuerdo y esta historia no ha terminado. Yo no voy a ser el Ministro de Agricultura que sacrifique la agricultura francesa en el altar de un acuerdo internacional. Agricultores y ganaderos han jurado no permitir que que el Mercosur “inunde el mercado (francés) de productos venidos de la Argentina o Brasil”.
Eso los lleva a exabruptos públicos. Algunos de los que se han escuchado acerca del acuerdo: “Inaceptable”, “Escandaloso”, “Aberrante”. “Incomprensible” “Funesto”, “Un fraude”, ”Una vergüenza”.
Setenta y dos organizaciones –ONGs ecologistas y defensoras del consumidor, así como sindicatos rurales y obreros-- han elevado a la Asamblea Nacional un petitorio demandando “solemnemente” (sic) que no se ratifique el acuerdo.
Con el presidente Jair Bolsonaro, el campo y los ecologistas son implacables. Han denunciado que, en apenas seis meses, su gobierno de Brasil homologó 250 pesticidas, un tercio de los cuales está prohibido en los Estados Unidos. Lo acusan, además, de “deforestar el Amazonas” para extender esa frontera agrícola basada en agroquímicos.
La actitud parece incongruente, ya que los agricultores franceses usan diversos pesticidas y son principales unos de los principales consumidores de glifosato en la Unión Europea. Sin embargo, tienen razón de prevenirse contra la puesta en marcha del acuerdo. La Unión Europea ha prohibido el uso de glifosato a partir del 15 de diciembre de 2022, y Macron ha anunciado que en Francia la prohibición se adelantará un año: es decir, que entraría en vigencia a fines de 2021. Acorralado hasta oír a su propio gabinete, Macron asegura que la apertura a los productos del Mercosur no será “ingenua”, y garantiza que su gobierno vigilará “atentamente” lo que entre a Francia.
Hay un dato que debemos tener en cuenta: el blanco de las críticas no es la Argentina. La batalla es con Brasil, el principal exportador mundial de carne. Se lo acusa de engordar vacas con hormonas y suministrarles, antibióticos que crean bacterias resistentes y las transmiten a los humanos, haciéndolas invencibles por el sistema inmunológico.
Otro argumento contra la libre importación (o con un arancel demasiado bajo) es la defensa de los productores y del empleador.
La Federación de criadores dictaminó, con exageración, que “el acuerdo Unión Europa-Mercosur provocará la desaparición de 30.000 explotaciones de ganado y la de 50.000 empleos directos”.
Los militantes del sector llegaron a cortar rutas y, simbólicamente, a hacer asados públicos bajo el lema “Comer francés”.
La situación crea una oportunidad para la Argentina. No sólo porque el blanco de las críticas europeas en Brasil. Las exportaciones argentinas son casi seis veces inferiores a la de Brasil e inspiran, por lo tanto, mucho menos temor. Desde hace muchos años nuestro país no figura entre los principales 10 productores, ni entre los principales 10 exportadores de carne.
Sin embargo, la Argentina tiene una tradición inigualable en la producción ovina, animales de raza privilegiadas y una gran capacidad para producir carnes orgánica.
Además -aunque el acuerdo no entrará en vigencia hasta que no lo ratifiquen los Parlamentos de todos los países firmantes- su sola firma ha provocado una erupción anti-brasileña que le hará más difícil a Brasil entrar con sus carnes en Europa.
Los productores argentinos sólo deben renunciar a los antibióticos, renuncia que ya está en marcha. Exportadores que se dirigen al mercado europeo tienen prohibido hacerlo con carnes tratadas con oxitetraciclina, tetraciclina o clortetraciclina.
En el Mercosur hay quienes creen que, en realidad, el acuerdo favorecerá a la Unión Europea. Dicen que el acuerdo consiste en cambiar “carne por autos”. Pero las organizaciones industriales de Europa no han festejado, y algunos industriales han advertido que el daño a la economía francesa -por la invasión agropecuaria- será mayor que las ventajas para la industria. Señalan que, por ejemplo, no será fácil exportar gran cantidad de automóviles a la Argentina o Brasil, que tienen fuertes industrias automotrices, incluidos fabricantes europeos.
Sería de lamentar que, por ignorancia o razones políticas, se desaprovechara la oportunidad que ha abierto este acuerdo.
Rodolfo Terragno es político y diplomático. Actualmente, es embajador argentino ante la UNESCO.
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Tengo mucha simpatia por ud. porque se que piensa y no miente,agradezco me haya enviado los mails.-Dora